lunes, 11 de julio de 2011

Enrique Noriega

Enrique Noriega acaba de recibir el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias, el más alto galardón reconocido a un escritor o escritora guatemalteco (a).
A pesar de su excelente creación poética y su erudición, es un hombre sencillo, amable, discreto. No hace alarde de sí mismo jamás; más bien se interesa por la producción de otros poetas. Pertenece a la llamada generación de los setenta, que trataba de renovar la poesía actual con una actitud ética que encerraba rebeldía y crítica profunda. Al decir de Dante Liano, “una defensa apasionada del lenguaje”. “Uno de los poetas más sólidos que ha tenido Guatemala en los últimos tiempos”. Como un auténtico escritor, ha dedicado toda su vida a la literatura. Desde joven escogió esta profesión y lo ha demostrado a través de su obra. “Enrique Noriega decidió que sería poeta y nada más que eso”. Le ayudó el hecho de ser hijo de un notable narrador: don Enrique Noriega. Para distinguirlos, al hijo se le llama Quique. Rechazó la formación académica de la Universidad. Puede que no haya tenido que trabajar para ganarse la vida. Pero tampoco ha tenido riquezas materiales, fuera del tiempo dedicado al oficio de escritor. Era todavía muy joven cuando se dedicó a leer a los grandes clásicos: las Odas del poeta omanoracio, también la alta creación poética de T.S. Elliot. Iba a la Facultad de Humanidades, más que para asistir a clases, para hablar de literatura. Es importante señalar que el mayor influjo que ha tenido es el del consagrado escritor Marco Antonio Flores, maestro de su generación. Como discípulo de él, Noriegreunía periódicamente con el grupo de escritores rebeldes de su época. Dante Liano habla de “reuniones alcohólicas”. Por algo le decían a Flores el Bolo. “Un grupo polémico, antártico, rabioso”. En estas reuniones se le apodó Cadejo. Tal vez porque Quique no bebía.

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