jueves, 14 de julio de 2011

Aldo Castañeda

El nombre de Aldo Castañeda será para siempre asociado a la cirugía cardiovascular para niños. Pese a su experiencia como especialista, académico e investigador de nivel internacional, eligió Guatemala, el país de su padre, para entregar sus conocimientos. Él mismo dice: “uno no tiene que ser egoísta, debe enseñar a otras personas que puedan seguir la labor después de que uno muere”. En Estados Unidos capacitó a 48 médicos que ahora son jefes en esa especialidad alrededor del mundo. En Guatemala lo ha hecho ya con tres galenos.
La Fundación que lleva su nombre fue creada, no para darse notoriedad sino para ayudar a los niños de escasos recursos. “Yo vine aquí por los pobres, no para cobrar. A mí lo privado no me interesa”, dice con firmeza.
Doctor Aldo Castañeda
¿Cuáles fueron sus razones para crear la Fundación?
Cuando yo vine a Guatemala en 1997, Unicar (Unidad de Cirugía Cardiovascular) era una entidad del gobierno que sólo atendía las enfermedades del corazón que un adulto adquiere. Pero los bebés que nacían con un defecto en ese órgano, por malformación, quedaban fuera. Los niños morían y sólo vivían aquellos que tenían padres con dinero, quienes los podían llevar al extranjero para un tratamiento.
En aquel entonces sólo me dieron dos camas en cuidados intensivos. No había nada más. Por eso hice la Fundación, que es burocrática, pero necesaria para recaudar fondos. No la puse a mi nombre porque pueden pensar que uno se levanta algo. Por eso no tengo ni firma. Las donaciones nacionales o extranjeras son controladas por la Superintendencia de Administración Tributaria.
Por medio de la Fundación pudimos equipar todo. Ahora hay una gama de subespecialidades de cardiología pediátrica en Guatemala. Se reconstruyó la parte vieja de Unicar y en esto el gobierno no gastó ni un centavo.
Soy guatemalteco
Aunque el doctor Castañeda, de 75 años, nació en Italia dice: “Yo soy guatemalteco porque mi padre era de aquí”. Castañeda creció en Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial. Cerró el bachillerato en Suiza y vino a Guatemala en 1951. “Tenía miedo de que empezara una Tercera Guerra Mundial y no me quería quedar en Europa”.
¿Cómo fue su vida durante la Segunda Guerra Mundial?
Creo que fui un niño normal, pero cuando tenía nueve años y vivía en Alemania empezó la Segunda Guerra Mundial, lo cual impactó el crecimiento de cualquiera.
Había restricción de todo: comida, ropa, zapatos. Daban tarjetas por puntos para comprar un par de zapatos al año. Muchas veces tenía los puntos pero no había zapatos.
Todo estaba reglamentado. Había un adoctrinamiento de la filosofía nazi en los colegios y la teníamos que aprender. Pero recuerdo como algo bueno las Olimpiadas de 1936, porque me interesaba mucho el deporte.
Entre los 9 y 15 años fui impactado por la guerra; uno maduraba más rápido porque la muerte estaba alrededor. Cuando iba al colegio y faltaba algún compañero lo primero que pensaba era que lo mataron y no que podía estar enfermo. Muchas veces fue cierto.
No había regalos y teníamos que correr hacia los sótanos de las casas o del colegio cuando sonaba la alarma anunciando los bombardeos.
Cómo fue estudiar en la Universidad de San Carlos de Guatemala en aquel entonces.
Estudié Medicina en la Universidad de San Carlos porque era el único lugar en donde había esa carrera.
La Facultad de Medicina tuvo la fama de ser buena, pero no fue así, porque no había ni hay carrera académica. Los profesores que están en práctica privada son quienes dan clases.
En el primer mundo, para la carrera académica se preparan especialmente en investigación, así se puede tener una visión más amplia de los problemas de la medicina y de sus ramas, por eso se puede ser un mejor profesor pues se dedica tiempo completo a la enseñanza.
En Guatemala la gente que enseña no está a tiempo completo, y no hablo mal de ellos, pero no pueden competir con una persona que sí dedica muchas horas en un laboratorio con alta tecnología.
Pero es un poco difícil hacer cambios en la universidad porque los estudiantes se muestran antagónicos, no quieren exámenes de admisión. ¿Cómo puede ser bueno si hay tres mil alumnos de primer año? es complicado enseñar a una cantidad así. Sin embargo, desde el anterior rector se hacen esfuerzos importantes y eso es bueno.
Especializado en el extranjero
Una semana después de graduarse, Aldo Castañeda viajó a los Estados Unidos para entrenarse en el lugar donde había nacido la Cirugía de Corazón Abierto: Minnesota. Allí obtuvo maestrías y doctorado, hizo investigaciones, escribió dos libros y unos 400 artículos en revistas especializadas. Al retirarse de su trabajo en los Estados Unidos fue invitado para formar un centro pediátrico en Suiza. Ahí estuvo tres años y luego volvió a Guatemala.

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